"Cómo arreglar un libro mojado"
Libro de Roberto Aliaga con ilustraciones de Clara Soriano, de la editorial SM. Posee entre 126 y 145 páginas según la versión que se adquiera. Alliaga, autóctono de Argamasilla de Alba (Ciudad Real) es biólogo y escritor de literatura infantil. El manchego aterrizó en 2007 con "Cactus del desierto" y desde entonces ha estado inmiscuido en la escritura de literatura infantil a un muy buen ritmo y con una muy buena acogida. Por su parte, Soriano es una ilustradora de prestigio afincada en Barcelona quien lleva muchos años trabajando en la ilustración de libros infantiles, libros de texto, cómics y anuncios.
Esta desternillante obra de Aliaga está destinada a un público comprendido entre los 8 y los 11 años. En 2017, se alzó con el premio Barco de Vapor, galardón otorgado por la editorial SM que premia a las obras que tratan sobre literatura Infantil y Juvenil.
La obra se inicia con una post muy llamativo, la entrada de un blog. Este acercamiento a la narrativa digital crea un vínculo más cercano entre el lector y el libro y formula necesidad que se genera por la incertidumbre de saber por qué se ha mojado el libro.
Se trata de un relato en primera persona el cual narra la historia del día a día de un niño de barrio, Víctor. El protagonista nos cuenta de una manera muy jocosa las vicisitudes a las que se enfrenta un niño de su edad en las relaciones interpersonales de juego entre iguales en un entorno que le es familiar: los columpios del parque.
A modo de lucha de poder, narra una de las tantas batallas de la cruenta guerra que disputa con una niña del parque (Sara) por alzarse con el título de la persona que más alto llega con el columpio. Ambos, tanto nuestro protagonista como su antítesis están bajo el cuidado de su madre y de su abuela respectivamente.
Durante la batalla campal, nuestro estratega hace uso de una artimaña que le permite, a priori, tomar ventaja sobre su contrincante, y, es que tras dar un grito de guerra al más puro estilo Dothraki, consigue despertar a la abuela de la niña del estupor vespertino en el que se encontraba. Acto seguido la octogenaria manda a la niña a bajar del columpio, lo que supone en consecuencia una victoria para nuestro paladín.
Nada más lejos de la realidad, y es que como era de esperar, su oponente hace gala de sus estrategias más planificadas para dejar su victoria en un mísero empate. Perdido en medio de una batalla inexistente, el niño se da cuenta de que necesita mear y consigue frenar su impulso y dirigirse hacia un arbusto del parque donde sacia la necesidad de su uretra.
El día no hacía más que empeorar. Se da cuenta de que acababa de miccionar sobre un libro, el tesoro más preciado en su hogar ya que, como nos narra él mismo, desafortunadamente para él, su madre es bibliotecaria. Y es que para una persona con esta profesión, no hay pecado más imperdonable que el sacrilegio de mancillar un libro. Por ello, la empatía que siente nuestro pequeño bribón le obliga a intentar rescatar el libro y de esta forma enmendar su error.
Es aquí donde empieza una odisea, un cúmulo de despropósitos que se irán desencadenando paulatinamente, narrados de una forma muy divertida hasta llegar al desenlace final. Comentar que en un giro de los acontecimientos nos muestra que, lo que en un primer momento era un libro, resultó ser el diario de un desconocido.
Con la finalidad de no destripar el final, sólo nos quedaría señalar que Víctor comienza a leer el diario que se ha encontrado, lo que le llevará a descubrir una historia muy triste sobre maltratos y, a su vez, le acercará a Sara, iniciando una bonita amistad forjada por la preocupación por la historia que ambos comparten
Como vemos, se trata de una obra dinámica, que es capaz de recrear a través de las figuras literarias que intervienen, un texto que atrapa al lector desde el primer párrafo.
Personalmente, creo que se debe valorar la madurez lectora del niño al que se le proponga esta lectura ya que, además de tratar temas muy profundos, hay que tener en cuenta que el peso de la narración la lleva el texto por encima de la ilustración, la cual no desmerece ni un poco a esta maravillosa obra.
En lo que se refiere a las ilustraciones, recalcar que se trata de una digitalización muy simple pero muy bien cuidada. No existe sobrecarga gráfica si no todo lo contrario, la obra presenta única y exclusivamente los momentos cruciales del relato, lo que consigue dotar a la historia de una mayor envergadura, consiguiendo establecer un vínculo estupendo entre el texto y el dibujo.
Desde mi punto de vista considero que se trata de un recurso muy valioso para el fomento de la lectura principalmente, permite introducir elementos como la narrativa transmedia a través de la publicación en un blog. Por ende, da pie a fomentar el trabajo colaborativo, tanto dentro como fuera del aula. Y, por último, facilita la presentación de diferentes valores como la empatía, la amistad, las falsas apariencias, lo correcto y lo incorrecto, el maltrato animal y el maltrato humano.
Particularmente, el libro me ha parecido una obra entretenida, bien estructurada, con un principio que incentiva la lectura y con un final sublime tras el inesperado giro de los acontecimientos, cerrando de esta forma una narración de la cual, como lector, estaba enganchado.
Héctor.
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