jueves, 21 de marzo de 2019

Actividad IV. Mi otro yo

5:00 h Lunes, Castellón.

Es noche cerrada y hace algo de frio, aunque se nota que ya esta entrando la primavera. "Me tengo que mudar de este edificio", ese es mi primer pensamiento al despertarme cada mañana. Sin embargo, ese pensamiento ha llegado hoy un poco más temprano de lo normal, en concreto a las 5 de la mañana, cuando un tremendo estruendo que ni el Big Boom me ha despertado. Y aquí sigo tumbada en la cama, procesando la hora que es y valorando la idea de que se este derrumbando el edifico, mientras trato de recordar el protocolo de evacuación que me enseñaron en el colegio. 

Después me tranquilizo y también me cabreo, porque recuerdo que es mi nueva vecina Artemisa (no confundirla con la Superheroína), aunque ella prefiere que la llamen Arte, que como es artista y un poco hippie, se ve que no le gustan los horarios convencionales. No tenia yo suficiente con el anterior inquilino del piso, Boro creo recordar que se llamaba, no lo recuerdo bien porque era verme llegar al portal y el ya se estaba dándose prisa para entrar en el ascensor y darle 45 veces al botón de su piso para que se cerraran las puertas antes de que yo llegara. La palabra antisocial se le quedaba corta. Por no hablar de los animales que tenía, que ya perdí la cuenta, aunque he de reconocer que su perro Fortu era más simpático que él, pero de verdad que un armadillo me parece un poco excesivo. El armadillo siempre me recuerda a la película de Drácula y esto hace que me ría yo sola recordando la escena, mientras sigo tumbada en la cama pensando qué hacer con mi vida.

Me llamo Karina Scrooge, hay quien dice que mi nombre no pega nada con un apellido tan asociado a la Ira y eso me cabrea un poquito más. Es cierto que vengo de una familia no muy dada al buen carácter, pero ¿cómo voy a tener buen humor viviendo dónde vivo? y de verdad que lo intento, "mindfulness" me repito una y otra vez, pero nada, no funciona. Cuando me mudé al 221+1 b de Baker Street (de Castellón, no confundir con el 221 b de Baker Street, en Londres) pensé que sería divertido vivir en un sitio con un nombre tan icónico, pero no. De hecho si Sherlock Holmes hubiese vivido aquí, no hubiese resuelto un solo caso y Watson le tendría que estar recetando tranquilizantes uno tras otro.

Me levanto de la cama y me dirijo a la cocina para hacerme el desayuno con un hambre que ni Medusa, lo cierto es que algún día le hablaré para acompañarla a las terapias a las que asiste, que creo recordar que se llaman algo así como: Gomias sin límites... Vamos que el nombre va conmigo, ya se sabe que la mala leche da hambre.

Antes de ir a la cocina paso por delante de la entrada y recojo la carta, creo que vamos ya por la número 30. La carta es de mi vecina de al lado, que me las manda por debajo de la puerta para avisarme de que tengo que huir de España, dice que ha pasado a llamarse ESEA: Estado Seleccionado Europeo Antiguo o algo así, y que ahora tiene unas normas muy estrictas, yo por si acaso nunca le llevo la contraria. La verdad es que no sé muy bien su nombre, pero siempre viste de negro o gris y sospecho que las flores esas que se compra no son jazmines precisamente. Cuando se dé cuenta de la realidad se va llevar una desilusión que ni yo cuando me entere de que Batman era de Toledo. Se te cae un poco el mito, la verdad.

Mientras desayuno, miro por la ventana de la cocina que da a una pequeño jardín con un Olivo enorme en el centro. Es un árbol muy bonito y algo diferente, quizás me este volviendo loca (que no sería para menos) pero a veces me da la sensación de que esta vivo. Me quedo mirando medio dormida el olivo y las hormiguitas que suben y bajan por la cornisa de mi ventana, cuando un escandaloso estornudo me sobresalta y hace que me despierte. Es mi vecino Ode, que es alérgico al polen y ahora en primavera no lo pasa muy bien. Ode tiene unos 60 años aunque el dice que 50, no sabe de dónde viene pero eso lo tiene claro. Algunos días voy a visitarlo a su "humilde morada", como llama a su piso, para preguntarle sobre sus orígenes, su edad, etc. Pero siempre me dice que no recuerda nada y acto seguido, yo siempre miro de reojo el escudo que preside su salón, en él se pueden distinguir una torre y dos dragones a cada lado, igual no lo recuerda, pero ese señor es de Cádiz. Ode, se pasa el día abriendo puertas y hablando con su gato One. A veces pienso que lo considera un humano, a veces hasta yo lo dudo. Lo cierto es que me cae bien, es tan arisco como yo y creo que nos entendemos, aunque me despierte en mitad de la noche con sus pesadillas, pero como veis ya estoy acostumbrada. Aquí están todos locos.

De repente, el sonido de una alarma me sobresalta y hace que por poco me tire encima el bol del cereales que estoy desayunando, acto seguido tocan a mi puerta y al abrir dos señores me entregan un comunicado: un tal Coriulanos Snow requiere mi presencia, debo acudir a la plaza del Oblack para realizarme unos estudios médicos. Me quedo atónita y más blanca que Moura. Mientras los acompaño, escucho un susurro que me llega a través de la puerta de mi vecina: -te lo advertí.

¿Pero cómo es posible? ¿Cómo puede ser esto real? Pienso.

Entonces escucho una voz que me contesta: - y ¿qué es real? Pregúntaselo a un@ niñ@ de Pimaria y veras como te sorprende. 

Definitivamente me he vuelto loca de remate, pero juraría que es One quien me ha respondido.

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