martes, 19 de marzo de 2019

Actividad IV - Mi otro yo

Hay quien dice que no soy nadie, que no existo, pero eso más bien define a mi primo ODE
Se han escrito historias sobre mi, demasiadas. Incluso películas. Nada de lo que se cuenta en ellas es cierto, así que he decidido dar a conocer mi alter ego.
No sé cómo decir esto sin que suene presuntuoso, pero...
SOY BATMAN





Uff, ya lo he dicho. Pero como comentaba, no soy el Batman que conocéis de las películas o los cómics, no. Soy el de verdad, esas historias se basan en mí, se han tergiversado tanto que difieren totalmente de la realidad.
Veréis, en realidad, soy oriundo de Illán de Vacas, en la provincia de Toledo, y debido a la escasa población de mi localidad (sólo vivo yo), soy el Alcalde, comisario de policía, maestro, panadero y demás profesiones de cuestionable calaña del pueblo. Por supuesto, también soy el superhéroe local.
Un día, allá por 1966 acudieron al pueblo unos señores bien engalanados, encorbatados, que se habían enterado de las características de la urbe y decidieron venir, atravesando el Valle del Eco, llamado así por la forma en la que parece que la vida se burla de tí. Hablas y el eco del valle se ríe de tí.
Batcat
Me encontraba acariciando al gato cuando me asaltaron preguntando por el alcalde. Cómo no, les envié al ayuntamiento por el camino largo, mientras cogía el atajo para llegar antes que ellos. Al llegar se quedaron extrañados al verme, pero actué como si fuese otra persona. Me comentaron (bueno, al alcalde) que estaban haciendo una investigación sobre la vida en la España profunda, por lo que accedí a invitarles a visitar la taberna, señalándoles la dirección adecuada (no sin antes hacerles dar una gran vuelta).
Llegué antes que ellos, que lo hicieron juso cuando terminaba de ajustarme mis mejores galas como encargado de la tasca. Allí, con unas jarras de Grog importadas del Scumm Bar de Mêlée Island delante, procedí a explicarles la vida en el pueblo.
Alucinaban, no era para menos. Pero cuando les comenté que me vestía de payaso para cometer pequeños crímenes que debía resolver con mi personalidad de Batman sus ojos brillaron. Más que brillar, se convirtieron en símbolos del dólar, al más puro estilo dibujos animados.
Mis mejores galas como camarero

Se interesaron más y más en los pequeños detalles, aventuras, enemigos (que, cómo no, siempre era yo) y cómo solucionaba los asuntos.
Al poco de marcharse empezaron a llegar cheques con cifras astronómicas que me han permitido vivir holgadamente, de la misma manera que hace ese tal Brus Güéin que me ha plagiado...

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