EL BAILE
Mi sueño siempre fue ser primer
bailarín y deslumbrar al mundo en el Teatro Real o en el Bolshói. Veía en los
carteles mi nombre en letras grandes, Adam Kellov. Estuve a tan solo 3 meses y 19
días de conseguirlo. No me lo impidió mi alergia a las orquídeas, tampoco mi
pánico a las audiciones. Lo que cambió mi destino y el del resto de la
humanidad fue la gran peste azul. Esa que sumió al 70% de la población en lo
que se denominó ‘El delirio’ durante semanas. Cuando resurgimos de aquella
enfermedad, teníamos úlceras permanentes, piel de color cerúleo y las
capacidades motrices menguadas.
Lo peor fue que creció en
nosotros la necesidad de comer carne cruda, carne humana. Así que sí, soy un
zombi. Fue un gran problema durante varias décadas, pues nuestros impulsos eran
superiores a nuestra capacidad de raciocinio, aunque ahora lo estamos controlando.
Esto es gracias a que nos dimos cuenta de que los que somos abstemios de carne
humana no nos deterioramos. En cambio los que sucumbieron al instinto pronto quedaron
sumidos en un deterioro irreversible que les provocó la muerte prematura. Los que no probamos nunca la carne tenemos la posibilidad de vivir
muchos más años, quizás sea porque nuestro organismo se ha ralentizado o simplemente
un regalo del destino por nuestro dominio. Aun así debemos asistir a grupos de
apoyo para controlar nuestro deseo insaciable de carne humana. Mi grupo de
apoyo se llama GULA (Gomias Unidos sin Límites Anónimos). ¡Vale! El nombre es
tremendamente estúpido pero es un pequeño chiste personal. Nos hace gracia.
Creo que a la próxima reunión
invitaré a mi vecino One porque cada vez mira con más deseo a mi precioso
diamante de gould, al que yo llamo Brillitos.
Debo contaros que a pesar de que mis dotes para el baile
han menguado de manera increíble también me desapareció la alergia a las
orquídeas, sin olvidar que he ganado unas jaquecas impresionantes y con ellas
visiones que no logro entender. Cada vez veo fragmentos diferentes, pero todo parece
hilado, fruto del mismo suceso. Técnicamente he vivido más años de los que los
seres humanos pueden soñar, pero a pesar de eso sigo encariñado de mi
existencia y de mi pájaro, por ello el futuro incierto que veo no me gusta. Parece que a
este mundo no le queda mucho y todo depende de un anónimo adicto a internet. Lo único que veo claramente es que a ese suceso lo llamarán el Big Boom.
Sarai Punzano
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