Decía Frida Kahlo que “todos
somos una parte insignificante pero importante de un todo del que todavía no
tenemos conciencia”. De este modo, es como me gustaría darles voz a esas
mujeres que durante un tiempo se sintieron insignificantes, esas mujeres que
lucharon por tener un papel en un mundo gobernado y dirigido por hombres.
Con ello este viaje comenzará a
partir del siglo XVI. Concretamente nos moveremos por algo tan importante como
lo fueron los claroscuros y las representaciones del Barroco. El siglo XVI fue
una época en la que el absolutismo estaba en auge, es decir, todo estaba
dirigido por el rey, y era el único que podía hacer y deshacer a su antojo, ya
que los teólogos consideraban que quien ejercía ese importante cargo de la
nobleza, lo era “por la gracia de Dios”.
En lo que se refiere al arte, y
en concreto a la pintura, el Barroco se caracterizaba por la representación de
hechos cotidianos y, por tanto, la naturalidad del día a día de la sociedad. De
este modo, con la pintura se buscaba el realismo, se pintaba destacando el
color sobre las sombras y sin detalles significativos, pero sí con la precisión
de las formas, además también abundaban las líneas rectas y la profundidad, de
ahí la importancia del uso de la luz. Un ejemplo de ello es La vocación de San Mateo, de Caravaggio.
Y aquí es cuando entra en
importancia el papel de Artemisia Gentileschi (1593-1654). Esta artista sufrió
desagradables episodios a lo largo de su vida y eso, al igual que muchos otros
personajes, lo reflejaba en sus obras. Artemisia utilizó la pintura para representar
el dolor, la angustia, el odio y la belleza, lo que también la convirtió en un
claro referente de la pintura caravaggista.
Artemisia aprendió las técnicas
de Caravaggio gracias a su padre, que tras observar el talento de su hija le
asignó un maestro privado que le ayudaría a aprender en profundidad, ya que
debido a su condición de mujer no podría acceder a una escuela de Bellas Artes.
Agostino Tassi fue elegido para
continuar con la formación de Artemisia, pero esto más que alivio le causó sufrimientos
en su vida. Tassi violó a la artista, intentó asesinar a su madre y robó a su
padre. Artemisia tuvo que someterse a exámenes ginecológicos para demostrar el
daño sufrido por su maestro y estuvo expuesta a grandes humillaciones, lo que
provocó que el resto de su vida estuviera marcada por todos los hechos
ocurridos.
Su padre intentó ayudar a su hija
casándola con un respetable y modesto pinto, pero la artista continuaba
viviendo con sus dramas internos, los cuales se pueden ver muy bien reflejados
en la obra Judith decapitando a Holofernes,
donde además se observa la influencia caravaggista.
En esta obra se representa uno de
los hechos descritos en el Antiguo Testamento. Judit era una viuda judía de la
cual se enamoró el general Holofernes en plena guerra. Holofernes quería hacer
desaparecer la ciudad de Betulia, y Judit a modo de venganza, entró en su
propiedad, engañó al general haciéndole ver que estaba enamorada de él, y a
partir de ahí aprovechó su estado de ebriedad para decapitarle.
En la obra representada por
Artemisia, además de los protagonistas, también aparece la figura de la criada,
la cual ayuda a Judit a decapitar al general. Este fue el modo de la artista de
representar su dolor por el daño causado por Tassi, y de demostrar el poder de
las mujeres. Con ello, Artemisia se convirtió en una de las mujeres más
representativas en el mundo artístico del siglo XVI.
Por lo que respecta a la música,
en este caso el barroco fue la época de la proliferación de la música clásica.
En el siglo XVI apareció la figura de la orquesta y se introducían instrumentos
de cuerda como el violín o la viola, a los que además se añadían instrumentos
de percusión. También se puede destacar el uso de melodías graves y el
acompañamiento de instrumentos armónicos como el arpa, el laúd o el órgano.
Tras estas características
significativas se destaca la figura de Francesca Caccini, la primera mujer
compositora de ópera de la historia. Caccini tuvo la suerte de criarse en un
ambiente de músicos que le llevaron a convertirse en la cantante de la corte de
los Medici, además de ser conocida en Europa. La compositora escribió cinco
obras, de las cuales solo se conserva una, La liberazione di Ruggero dall’isola
d’Alcina, y que fue encargada por Christina de Medici para celebrar la llegada
de los príncipes de Polonia a la corte.
Una magnífica entrada que sirve tanto como historia del arte como de la música. Excelente trabajo.
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