jueves, 18 de octubre de 2018

La mirada del otro


El curso pasado fue una auténtica locura. Tuvimos muchas maestras y todas muy buenas. A mitad de curso llegó la seño Sarai porque la seño Jesica se puso muy enferma. Recuerdo perfectamente el primer día que la conocí pues llegó a clase con una caja sorpresa y una gran sonrisa. Nada era asombroso en ella al principio, ya que era morena y siempre vestía con ropa cómoda para jugar (camisetas anchas, mallas, deportivos, etc.) como muchas otras maestras. Aunque su alegría era imborrable. Siempre buscaba tiempo para escuchar lo que pensábamos sobre la clase, una actividad o sobre algún problema. Pero también insistía en que no podíamos hablar todos a la vez y a veces me enfadaba porque no me gustaba esperar a escuchar a los demás.
La sorpresa que nos hizo el primer día fue genial. Dentro de la caja sorpresa había muchas cosas. Nos enseñó el cuento “Los bolsillos de Lola” y fue chulísimo porque antes de mostrar el libro se puso una bata y empezamos a hacer juegos de adivinanzas. No paramos de reír en toda la clase ya que mientras contaba el cuento iba sacando de la caja mil y un objetos extraños y ponía unas caras de chiste que no podíamos estar serios. Ese día fue muy divertido pero pronto nos dimos cuenta de que a ella le encantan los cuentos porque casi siempre que entraba en clase nos traía nuevas historias y nos hacía jugar a mil cosas locas como contar cuentos sin hablar, jugar a ¡Adivina lo que estoy pensando!, grabar la banda sonora para un cuento, escribir papeles invisibles, etc. Nunca sabíamos qué podíamos esperar.
Aunque sus clases con cuentos eran muy amenas y divertidas lo que más me gustaba era cuando nos íbamos a la clase de experimentos. Fue una de las cosas más chulas que he hecho nunca. Una vez por semana íbamos en grupos pequeños fuera de clase y hacíamos todo tipo de experimentos. Me encantaba porque ella nos dejaba tocar e investigar por nuestra cuenta y es raro porque normalmente no nos dejan tocar lo que queremos. Siempre nos dejaba una mesa o una parte de la asamblea llena de objetos que no conocíamos y nos dejaba jugar con ellos un rato. Después hablábamos sobre para qué creíamos que podía servir y muchas veces nos dejaba buscar en la PDI (aunque con un poco de ayuda porque todavía no todos sabemos escribir como los mayores). Después siempre hacíamos experimentos divertidos. Una vez hicimos pintura con espuma de afeitar y nos manchamos un montón. Pero sin duda el experimento que más me gustó fue cuando nos mojamos de arriba a abajo intentando averiguar porque algunas cosas flotan y otras no.
Me puse muy contenta cuando volvió la seño Jesica y tremendamente triste porque la seño Sarai se tuviese que ir. Me gustaría que se hubiesen quedado las dos. Aunque en la graduación de 5 años si estuvieron ambas y fue un gran día.
Dua

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