"Ground control to teacher Tom"
Aun recuerdo aquel 16 de abril de 2019, tan sólo han pasado 11 años de aquel maravilloso descubrimiento; versaba el encabezado de la noticia: "Dos científicos israelitas acaban de imprimir el primer corazón 3D con tejido humano". Al leerlo casi me atraganto con la tostada...¡un corazón humano en 3D! Recuerdo claramente la cara de mi perro, Tercio, quien me escrutaba pensativo mientras su cola me pedía salir a pasear; obviamente eran las 9:00 de la mañana, como regularmente deseaba ver a sus amigas las pelotas de tenis para comenzar su día. Tomé mi móvil, mis auriculares y como en muchas mañanas, busqué a Bowie y me lancé a la calle.
Bajé las escaleras de casa dándole vueltas a lo que acababa de leer, además, en ese preciso momento vino a mi memoria lo que había pasado el día anterior, si, me refiero al incendio en la Catedral inmortalizada por Víctor Hugo. Rememorando el crepitar de las llamas pensé en la cantidad de fotos de gente en las redes sociales lamentándose por esta pérdida y a la vez me dije a mi mismo: "maldita sociedad hipócrita y desalmada, necios pusilánimes, ponéis fotos de una estructura material dándole una importancia magnánima cuando día tras día mueren miles de personas en todo el mundo, ¿dónde están las fotos de esos seres humanos anónimos presos del capitalismo, de la guerra o de cualquier mafia...? (tranquilos, considero que estoy dentro de ese saco)".
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Un lustro después, rememoré aquel día con añoranza. La sociedad que conformaba el siglo XXI, tras siglos y siglos de intentarlo al fin lo había conseguido, ¡si!, conseguimos la inmortalidad, fue posible crear órganos vitales a medida del consumidor, teníamos exo-cerebros que nos permitían almacenar cantidades de información infinita, ¡por fin lo conseguimos, sólo nos quedaba un paso para la autodestrucción!
Hoy os escribo desde Saturno. Fui uno de los profesores que decidieron formar parte del proyecto del gobierno australiano que, tras la subasta de planetas, consiguió parte de territorio para repoblar el planeta anillado. ¿Qué, os suena todo a sánscrito? ¿Qué esperabais? Las consecuencias estaban claras hasta para un votante de XXX*. Superpoblación, escasez de recursos, dependencia total y absoluta de la tecnología...¡Voilà! Repentinamente la Tierra ya no era un lugar habitable, perdón, lo era, pero no para todos los que vivíamos allí.
Así que aquí me encuentro, en un mini paraíso saturniano, rodeados de una vasto número de animales quienes son parte de nuestra vida diaria. No tenemos currículos para maestros ni pensamos en burocracias gubernamentales, no existen exámenes que aprobar ni aulas en las que hacinar a los más pequeños. Crecen y aprenden libremente y nosotros con ellos. La experimentación es el modus operandi de todos su aprendizajes y nosotros tan sólo nos limitamos a experimentar con ellos.
¿Echo de menos la Tierra? Sí, era un planeta maravilloso; pero no echo de menos a las personas que allí habitaban...
Héctor.
P.D.: como podéis comprobar, hoy me he levantado más existencialista y nihilista que nunca, disculpad por esta entrtada.
* Por no herir sensibilidades, he preferido mantener este dato en el anonimato (sobra con decir que es vox populi).
Eres muy grande. Enhorabuena.
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