miércoles, 15 de mayo de 2019

PRÁCTICA 4: Mi otro yo

PRÁCTICA 4: Mi otro yo

- Pío……
- Pio, pío……
¡PAAAAAM
- ¡Aah! 
Eso fue la primera conversación que tuve cuando conocí a Bob. Rara, ¿verdad?
Pues así soy yo, una pelín peculiar. Siempre me lo han dicho mis amigos; me solían llamar “friki”. Y yo siempre me preguntaba “friki… ¿qué define a un friki?”. Tal vez lo defina el querer jugar a videojuegos, o el pasear por debajo de los árboles (los cipreses son los mejores, ¿alguna vez habéis olido un ciprés después de la lluvia? Es mil veces mejor que el olor del césped recién cortado), tal vez lo defina el querer viajar, o tal vez sea el ver series japonesas (cosa que me parece bastante normalizada hoy en día en la sociedad)… Nunca entendí eso de friki, pero me parecía una buena etiqueta, si era friki, era porque merecía ser friki de algo…
Un día, como otro cualquiera, paseando por Madrid, ciudad a la que me trasladé para ver una maratón de películas de Harry Potter, que por cierto, fue una pasada (aunque me quedase “sopa” en la 6º película, cosa que también me parece norma, porque es la adaptación que menos se parece a los libros y eso me fastidia); iba paseando para despejarme, acabé en el parque del Retiro, cosa curiosa, porque hay un aparte repleta de cipreses, iba pensando en la muerte de “Ojo Loco” (joder, como me fastidia esa muerte, en serio) cuando alguien espetó detrás de mí:
- Pío……
- Pio, pío……
De repente, escuche un fuerte estruendo…: ¡PAAAAAM! 
Evidentemente, grité: - ¡Aah!
En seguida entablé amistad con ese pequeñajo que cayó de un árbol. Bob era su nombre.
Casualmente, teníamos gustos similares, éramos fans incondicionales de “Ataque a los titanes”, habíamos leído la saga al completo de “El señor de los anillos”, nos encantaba pasar por debajo de los cipreses…
Nos hicimos inseparables en poco tiempo, siempre íbamos a los mismo lugares. Ese rubio se ganó mi corazón en menos que canta una ninfa. Como podéis ver, debajo de mi gran parte friki, tengo sentimientos, también.
Terminamos por ponernos motes cariñosos, en plan colegas, no penséis mal… yo lo llamaba “Biorru” (en verdad, ahora que lo pienso no era un mote, si decís varias veces ese mote rápidamente veréis que dice “rubio”, que simple soy). por otra parte él se refería a mi como “Pío”, nunca le llegué a preguntar porqué me llamaba así, tal vez fuera porque hablo por los codos.
Las cosas iban la mar de bien, pues nunca había encajado tan bien con alguien y lo mejor de todo es que siempre podíamos estar juntos, jamás nos agobiaba la compañía del otro. 
Un día paseando por debajo de unos maravillosos cipreses estaba contándole uno de esos cuantos problemas sucumben a mi vida diaria, ¿por que´…..? Algo incomprensible; en fin, a lo que iba. Caminaba con “Biorru” encima de mi, como siempre y sin más vino una bandada de pájaros, “Biorru” salió volando de allí, parecía muy asustado. Nunca más lo vi…
Así que, aquí adjunto una foto de él, para ver si alguien lo ha visto:



Es una ninfa muy simpática.

Como veis, me gusta mucho hacer bromas y, a veces, acabo confundiéndome, hasta tal punto que ya dudo entre si soy hombre o mujer.

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