jueves, 18 de octubre de 2018

La mirada del otro


Soy alumna del colegio La Salle Alcoy. El año pasado tuvimos en clase de 4º de Educación Primaria a una maestra nueva. Ella no era como la profe Carmen. Andrea era mucho más joven. Era algo bajita, morena, con el pelo muy largo y liso. Parecía una adolescente. Vestía como mi hermana Claudia, que tiene 16 años, por eso todos al principio pensábamos que era estudiante de la ESO y que venía a ayudar a Carmen porque estaba castigada o algo por el estilo. Recuerdo que el primer día que vino, los trabajadores de secretaría se le acercaron para decirle que los alumnos/as de ESO y Bachillerato tenían que entrar por la puerta trasera del colegio y no por la del profesorado. Ella no paraba de reírse.

Lo que más me gustaba de Andrea es que era amable, generosa, imaginativa y siempre aparecía con una sonrisa en la cara. Esto nos ayudaba cuando andábamos un poco tristes, ya que siempre tenía unas palabras bonitas con las que alegrarnos el día.

Un día, en la asignatura de Lengua, la profe Carmen tuvo que asistir a una reunión. Andrea tomó las riendas de la clase y nos explicó los contenidos de la sesión. En el libro aparecía la estructura de una receta de cocina. Nos propuso aprender la estructura de esta haciendo nosotros mismos una receta de verdad. De esta forma, todos los alumnos/as de la clase haríamos una, la escribiríamos y la cocinaríamos, con ayuda de nuestros papás y mamás, para posteriormente presentarla ante el resto de los compañeros/as. El viernes a la hora del recreo teníamos que llevar nuestras recetas escritas, con cada ingrediente y cantidad correspondiente y el producto final, para poder disfrutar de un almuerzo conjunto. Carmen y Andrea también trajeron sus propias recetas. Andrea hizo una coca de chocolate que estaba buenísima. ¡Todos queríamos coger un trozo! Además, el resto de niños y niñas que estaban en el patio también se acercaron a probar nuestras recetas, al igual que el resto de maestros. ¡Había comida para todos!

Creo que fue uno de los días más divertidos del curso. Cada uno de nosotros estábamos muy orgullosos de nuestro almuerzo y además todos llevamos nuestra tarea hecha. Porque las cosas con ilusión siempre las hacemos mejor y con más ganas.

Otra de las cosas que me encantó hacer con Andrea fue la coreografía de la gala de Navidad. Carmen tuvo que ausentarse unos días del cole y ella preparó la música y la coreografía. No me gusta presumir, pero yo creo que fue la mejor actuación de la gala. Fue toda una sorpresa, puesto que todos nosotros empezamos la actuación desde las gradas y no desde el escenario. De esta manera, subimos poco a poco hacia la tarima haciendo nuestros pasos de baile. Creo que fue toda una sorpresa para los familiares. ¡Fue una sensación extraordinaria!

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