jueves, 1 de noviembre de 2018

Asamblea musical


Jueves, 1 de noviembre: Día de Todos los Santos. ¿Qué mejor forma de conmemorar este día que una asamblea musical dedicada al tema de la muerte?

Echando la mirada atrás, en el año 1874, el compositor y director de orquesta francés Camille Saint-Saëns (1835-1921) compuso la que sería una de sus piezas musicales más importantes, esto es, Danza macabra:


Como sucede con muchas de las obras pertenecientes a la música clásica, esta composición está vinculada a una historia o, mejor dicho en este caso, a una antigua leyenda llamada La Danza de la muerte. Según esta creencia popular, la Muerte personificada aparece en la noche del 31 de octubre con el objetivo de llamar a los muertos para que dancen mientras que ella toca el violín. Cuando llega el amanecer, los muertos regresan a sus tumbas y la Muerte se retira hasta el próximo año.

Como dato curioso, la pieza musical de Saint-Saëns está inspirada en un poema del poeta francés Henri Cazalis (1840-1909) quien, a su vez, se basó en la leyenda mencionada en el momento de escribirlo. A continuación, se puede apreciar un fragmento de este poema:


Zig y zig y zag, muerte en ritmo.
Golpeando una tumba con su talón,
la muerte a la medianoche juega una canción de baile.
Zig y zig y zag, en su violín.

El viento invernal sopla y la noche es oscura.
Los gemidos salen de los tilos;
los blancos esqueletos pasan por las sombras
corriendo y saltando bajo sus grandes obenques.



Uno de los cuadros artísticos que mejor refleja la obra de Saint-Saëns es Danza de la Muerte (1493), del pintor alemán Michael Wolgemut (1434-1519). En este cuadro, donde la muerte es representada a través de la figura de un esqueleto, se pueden apreciar cuatro muertos que bailan al son de la música y observan cómo un quinto muerto se levanta de su tumba:



Otro de los cuadros que merece atención –y que está vinculado al tema de la muerte personificada– es Danse Macabre (s. XV), del pintor alemán Bernt Notke (1435-1509). En él se puede observar a la Muerte –de nuevo, representada a través de un esqueleto– bailando con personas de diferentes clases sociales, desde reyes, pasando por papas y guerreros, hasta amas de casa y niños. De esta forma, se pretendía poner de manifiesto que la muerte trata a todas las personas de manera igualitaria, independientemente de la posición social que tengan:



Dado que la danza de la muerte ocurre en los cementerios, existen dos piezas musicales que conectan perfectamente con el lugar donde descansan los muertos. Una de ellas procede del compositor polaco Frédéric Chopin (1810-1849) y se titula Marcha fúnebre (1839), la cual nos recuerda al momento en el que las personas fallecidas son transportadas mediante un ataúd hasta el cementerio:




La segunda pieza musical, y con ella finaliza esta entrada, es El silencio de Beethoven (s.f.) del compositor mexicano Ernesto Cortázar II (1940-2004), quien la compuso como homenaje al alemán Ludwig van Beethoven (1770-1827). Quizá por su melodía y, sobre todo, por su título, esta composición nos remite al silencio y al misterio que caracterizan a los cementerios por la noche:



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